sábado, 31 de marzo de 2012

Pasión zamorana




 
 

Marcha Fúnebre Op. 59, Sigismond Thalberg. Para muchos seguramente será la información que necesitan para reconocer esa pieza musical, inicialmente compuesta para piano y que fue instrumentada para banda por Ricardo Dorado. Sin embargo, para todo zamorano apenas habrán bastado un par de segundos como máximo para reconocerla, y seguramente haber sentido ese escalofrío especial que compartimos los zamoranos.



Y es que, año tras año, Zamora luce durante 11 días su mayor tesoro. Las palmas visten los balcones de muchas viviendas, las túnicas se muestran colgadas en los salones, los kioscos hacen acopio de toneladas y toneladas de pipas, las señales de tráfico del casco antiguo comienzan a vestir de luto, las bandas de música empiezan a hacer sonar los primeros acordes fúnebres y el olor a cera e incienso comienza a impregnar el aire. Cada año "La Bien Cercada" rememora la Pasión y Resurrección de Cristo... y algo más allá de lo puramente religioso. Preguntarle a un zamorano por su Semana Santa no es preguntarle por las procesiones o por los actos litúrgicos que se celebran. Es preguntarle por su identidad, por momentos únicos en su vida que lleva allá donde va; es preguntarle por alegrías y penas, promesas cumplidas y pendientes; es pedirle que te describa el significado del Silencio, la austeridad, la humildad, el respeto... y un sinfín de emociones indescriptibles.

 "Es preguntarle por su identidad, por momentos únicos en su vida que lleva allá donde va."

Para los zamoranos que no pueden estar presentes es tiempo de nostalgia, de recordar aquellos años de niñez en los cuales tantos y tantos familiares se reunían para comer y reencontrarse pese a que la vida los haya separado por el mundo. El olor de las aceitadas y las empanadas en los descansos en la Catedral el Jueves y Viernes Santo, de las almendras garrapiñadas que se reparten en la madrugada del Viernes Santo, la cera que cubre la ciudad, las reverencias de los pasos, la salida y entrada al Museo de Semana Santa de las procesiones, las sopas de ajo, el "Dos y Pingada", el Jerusalem, el Miserere, Mater Mea, Thalberg, Chopin, el Merlú... Son tantas y tantas cosas las que se viven en estos días que es imposible describirlas todas.

"Es preguntarle por alegrías y penas, promesas cumplidas y pendientes..."

Se trata de una época en la que la ciudad detiene su ritmo de vida. Durante esos 11 días acudimos a ver las procesiones que desfilan por el casco antiguo, y lo hacemos sumidos en un sobrecogedor silencio. Silencio que para los que vienen de fuera puede ser extraño, pero que para los que somos de aquí no es más que una muestra de respeto, no sólo por Cristo, sino también por todas esas personas que han sido o son importantes en nuestras vidas. Incluso a veces ese silencio lo acompañamos de lágrimas que asoman por nuestros ojos y resbalan por nuestras mejillas mientras pensamos en aquellos que, por desgracia, ya no estarán más con nosotros. Es difícil, si no imposible, describir la emoción que siente un padre cuando desfila por primera vez con su hijo dormido entre sus brazos, y sabiendo que ese momento lo recordará por siempre; emoción que se mezcla con la tristeza de aquellas personas que, por primera vez, desfilan sin ese alguien especial que durante tantos años lo había acompañado y que ya no podrá volverlo a hacer; tristeza que, a su vez, se mezcla con aquellos a los que se les cumplió un deseo y que prometieron pagarlo desfilando descalzos... Miles de sentimientos, totalmente distintos entre sí, pero intensos en todos los casos.

"Es pedirle que te describa el significado del Silencio, la austeridad, la humildad, el respeto..."


Miércoles Santo. Real Cofradía del Santísimo Cristo de las Injurias. Zamora entera, la ciudad como tal, representada por su alcalde (o alcaldesa) jura Silencio ante el Cristo de las Injurias. Silencio que muestra el respeto por las personas que alguna vez lo dieron todo por nosotros sin esperar nada a cambio. Silencio que dedica a aquellas personas que ahora están en paz. Durante el desfile un silencio sólo conseguido en este día es roto únicamente por la llamada de los clarines. Por la noche, la Hermandad del Santísimo Cristo del Amparo desfila en forma de cruz. Las "capas pardas", heredadas de los antiguos pastores alistanos, junto con los cardos que adornan al Cristo, los faroles sencillos de los cofrades y las notas del bombardino escenifican el significado de la austeridad y la humildad en su máximo exponente.

Muchas cosas me quedan sin decir ni mencionar en esta entrada, pero ha de quedar para más entradas ;). Mientras tanto, sólo puedo recomendaros, a aquellos que no seáis de aquí, que os dejéis caer por Zamora y disfrutéis de su Semana Santa, su gente y de todo lo que la ciudad de la Seña Bermeja puede ofrecer. Y a los que sois de aquí... poco o nada puedo deciros :).

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